
Me gusta verte ahí sentado, en esa silla, con esa mirada que penetra en mis ojos y tu cuerpo desnudo resbalándose por mi mente. Tus brazos sobre el suelo y mis piernas por el techo. Somos remolino y viento confuso a las afueras de esta ciudad. Creo que las tardes invernales se nos consumieron como cuando fumabas por la ventana y la nieve llegaba a nuestras clavículas…la nieve, esa nieve que nos hacía temblar. Cogiste mis manos y me lanzaste por tu columna vertebral, cual niña que juega por los toboganes de tu parque.
y este invierno, nevó en vigo.
ResponderEliminarno?
a mí la nieve, nunca me ha hecho temblar, nunca he tenido la suerte de tocarla.
es un placer llegar aquí y escuchar a cohen cantando una de mis canciones favoritas.
¡Y que la silla sea roja! ¡Pues claro que sí!
ResponderEliminar(mimo
y colacao)
la nieve llegaba a nuestras clavículas
ResponderEliminar...y nos congelaba, mientras jugábamos en el parque.
(:
algo bueno tenia que tener el frio. M e encanta como escribes, es particular. un abrazo
ResponderEliminarSi los huesos fuesen personas, me enamoraría del esternocleidomastoideo o de la columna vertebral.
ResponderEliminarMe gusta leerte aquí sentado, en esta silla, con esas frases que penetraan en mi mente.
Saludos subterráneos.
"la nieve llegaba a nuestras clavículas…" ^^
ResponderEliminarqué lindas palabras =P
Me gusta como escribes.
ResponderEliminarTe sigo si no te importa (: